Hoy, 29 de octubre, es el Día Mundial del Ictus, un día que surge impulsado por la Organización Mundial del Ictus y que tiene como objetivo sensibilizar a la población en la prevención y el tratamiento de esta enfermedad, que cada año afecta a casi 15 millones de personas de todo el mundo. Con esta idea en mente, Sant Andreu Salut quiere mostrar diferentes puntos de vista de la enfermedad, su diagnóstico y tratamientos con el objetivo de dar a conocer la labor de sus y sus profesionales y las posibilidades que hay después de sufrir uno.
Pero, primero, es necesario conocer mejor qué es un ictus. Por eso preguntamos a la doctora Marcia Iparraguirre, del hospital de Sant Andreu, que nos indica que hacer un diagnóstico precoz es bastante complejo debido a la falta de especificidad de los síntomas en muchas ocasiones. No obstante, también confirma que algunos síntomas «pueden ser muy evidentes, como una disminución de la fuerza de extremidades, asimetría facial o dificultad para articular palabras».
Sobre las razones por las que se puede producir un ictus, la Dra. Marcia Iparraguirre afirma que «el ictus es una entidad clínica muy frecuente» y que «la modernidad de la sociedad ha comportado el incremento de hábitos y/o conductas que son factores de riesgo, como el consumo de sustancias tóxicas o el sedentarismo». Uno de los factores también a tener en cuenta con esta enfermedad es la edad, porque la población mayor se constituye como población de alto riesgo. «Es la población con mayor pluripatología, fragilidad y más vulnerable», recuerda la Dra. Iparraguirre, que también añade: «el porcentaje poblacional de menores de 65 no se encuentra exento de sufrir ictus», ya que también pueden presentar hábitos inadecuados o patologías previas de riesgo.
Fisioterapia, una herramienta básica en la recuperación
El ictus es una enfermedad que se supera, pero puede dejar secuelas físicas que necesitan tratamiento de recuperación. Cristina Reche es terapeuta ocupacional del hospital de Sant Andreu y destaca que «la intervención va dirigida a recuperar la funcionalidad y promover la máxima autonomía en las actividades de la vida diaria». Asimismo, Cristina Reche también destaca que desde el hospital «asesoramos al paciente y a la familia de posibles adaptaciones de su entorno y recomendamos productos de ayuda que faciliten la independencia funcional de la persona».
Por otra parte, Rosi Caballero, fisiterapeuta del hospital de Sant Andreu Salut, afirma que la recuperación de una persona que ha sufrido un ictus siempre es «personalizada e individualizada porque no hay un ictus igual». «Estas recuperaciones suelen ser procesos lentos, que precisan mucho trabajo y esfuerzo para pacientes y profesionales» defiende Caballero, que también explica que «la fisioterapia, mediante diferentes métodos y técnicas, debe incidir en la neuroplasticidad cerebral». Todo este trabajo no es cosa de una sola persona, sino que trabaja un equipo multidisciplinario que, además, siempre debe mantener el optimismo para afrontar una situación incómoda para el paciente e impactante para la familia.
Sant Andreu Salut invierte su trabajo y recursos en ofrecer los mejores cuidados y métodos de recuperación para todas aquellas personas que han sufrido un ictus, así como ayuda para las familias. No son situaciones fáciles, pero con el apoyo y trabajo de todos, profesionales, familiares y sociedad, se consiguen resultados realmente buenos. Tal y como recuerda Rosi Caballero, «cuando conseguimos que alguien vuelva a caminar o a moverse de manera autónoma nos supone una gran satisfacción».