Desde hace décadas, en el ámbito de la gestión y el liderazgo con los profesionales de la salud, se ha querido promover el trabajo cooperativo e interdisciplinario. Son varias las evidencias científicas que nos conducen a pensar que los modelos de gestión asistencial pueden afectar en la mejora y la eficiencia en la consecución de los objetivos. En este sentido, la colaboración y el trabajo en equipo son ejes imprescindibles para estructurar un cambio de modelo asistencial.
Las organizaciones damos cada vez más valor al trabajo en equipo efectivo como mejora de la eficiencia y la productividad. Por todo ello nos preocupamos de entrenar a los diferentes equipos para que puedan trabajar de manera eficaz. Y esto no sólo favorece en los resultados del centro, sino que podemos afirmar que una de las claves para garantizar la continuidad asistencial de los pacientes entre niveles asistenciales es la colaboración de todos los profesionales que lo cuidan. A su vez, también se ha demostrado que mejora la satisfacción laboral y la motivación del personal.
Como todos conocemos, existen varios profesionales con itinerarios formativos, experiencias y razones de ser y de hacer muy diferentes que conviven en un mismo servicio atendiendo a un mismo paciente. Todos ellos interactúan, a menudo de manera simultánea, sobre esta misma persona, haciendo del trabajo interdisciplinario la razón de ser de la atención asistencial.
Es habitual que formemos a nuestros profesionales en habilidades técnicas, pero no tanto que lo hagamos en habilidades sociales y/o dinámicas de grupo. Debemos pensar que todas las personas que se unen para trabajar adquieren todas las características de los grupos sociales: presión del grupo, conflictos, adopción de roles. ¿Qué pasa cuando tienen que trabajar juntas personas que no se conocen o que no tienen confianza entre ellas? ¿Cuándo existen prejuicios?
La simulación, como metodología docente, aporta una diferencia significativa respecto a otras metodologías. Los profesionales se involucran de manera plena, reflexionan y observan. Generan nuevas ideas y nuevos conceptos y los utilizan para tomar decisiones y resolver problemas. Aprender a través de la experiencia del otro, entre iguales, es una experiencia muy enriquecedora. Es la base de la interdisciplinariedad que a menudo peligra por las jerarquías (reales y fácticas), el desconocimiento de las funciones o responsabilidades de los demás y por la falta de respeto y confianza.
Completar mi formación con el Máster de Simulación de Uruguay me ha aportado una visión muy amplia de la formación tal y como la entendía hasta el momento, y de pronto generará cambios importantes en el diseño de nuestro plan de formación.
Artículo de Sílvia Graell, directora del Hospital de Sant Andreu, para el blog de simulación de la U.T..
