La revista científica Journal of Healthcare Quality Research acaba de publicar un estudio liderado por la doctora Raquel Gómez Cortijo, médica geriatra de la Unidad de Convalecimiento del Hospital San Andrés, que demuestra cómo, a través de una determinada intervención, se puede reducir la prevalencia de la llamada prescripción potencialmente inadecuada en pacientes de más de 65 años. El estudio, en el que han participado también las médicas Pilar Flotats, Marcia Iparraguirre, Dolors Cubí, Olga Sabartés, Amàlia Castellarnau, Irene Oller y Anna Arnau del Servicio de Farmacia y de la Unidad de Investigación e Innovación de la Fundació Althaia respectivamente, se titula ‘Adecuación de la prescripción farmacológica durante el ingreso en un centro sociosanitario: experiencia clínica con los criterios STOPP/START’.
La investigación de la doctora Gómez y su equipo pone sobre la mesa cómo, mediante la valoración geriátrica y el uso de los criterios STOPP-START (una herramienta validada para evaluar adecuación de prescripción farmacológica a las personas mayores) se puede reducir significativamente la prevalencia de la llamada prescripción potencialmente inadecuada (PPI) en pacientes ingresados en un centro sociosanitario.
Tal y como ha explicado la doctora Raquel Gómez, se trata de un estudio observacional y retrospectivo, en el que se incluyeron 247 pacientes mayores de 65 años ingresados de manera consecutiva en unidades de convalecimiento y larga estancia. La información del estudio se obtuvo revisando la historia clínica de los pacientes. El objetivo del estudio fue conocer la prevalencia de la prescripción potencialmente inadecuada (PPI) en pacientes geriátricos según la utilización de los criterios STOPP-START.
La médica geriatra de la Unidad de Convalecimiento del Hospital Sant Andreu señala que «el paciente anciano es especialmente vulnerable a la prescripción potencialmente inadecuada debido a sus particulares características fisiológicas, comorbididad o la polimedicación», y que el estudio ha permitido determinar que, «a pesar de estas dificultades, es posible una prescripción de mayor calidad, valorando de manera individualizada el riesgo-beneficio de cada fármaco en particular».
